La Radiestesia


Dentro del mundo de la Geobiologia es imprescindible saber localizar y medir todas las geopatás del entorno con exactitud para poder adoptar las medidas de protección oportunas.

La Radiestesia es la herramienta que usa la Geobiologia para localizar y medir cualquier radiación o vibración energética. Se trata de una metodología basada en la sensibilidad personal a las radiaciones, y se fundamenta en la capacidad del cuerpo para percibir directamente todo aquello que nos rodea.

Cuando nos encontramos en un punto con una deficiente o excesiva calidad energética, el organismo experimenta cambios en el ritmo cardíaco y respiratorio, pero también en el tono muscular. Cuando nos encontramos sobre un punto o zona con un nivel energético superior a la media de una persona saludable (6.500 u.B.), la respiración y la circulación se aceleran y la musculatura se expande. Al contrario, cuando nos encontramos sobre un punto o zona con un nivel energético inferior a la media, la respiración y circulación se ralentizan y la musculatura se contrae.

Es el tono muscular el que se ve afectado y en consecuencia se produce una reacción directa sobre el instrumento de trabajo (varillas en L o lóbulo-antena). El instrumento en si mismo no tiene ninguna propiedad extraordinaria, únicamente nos indica o muestra visualmente lo que está pasando en la tonalidad muscular, posiblemente por variaciones del campo eléctrico.


Un reconocido radiestesista, Ricardo Luís Gerula, explica lo siguiente en su libro «Radiestèsia Integral» (Ed. Kier): «Es suficiente con pisar una zona radiada geopáticamente, para que nuestra musculatura pierda la mayor parte de su energía. Existe algo dentro de nosotros, más allá que la mera conciencia externa, que recibe la energía nociva y nos comunica esta información a través del sistema nervioso autónomo. Las energías negativas provenientes de la tierra ingresan en nuestro cuerpo por un pie y lo abandonan por la mano opuesta; las energías positivas procedentes del cielo ingresan en el cuerpo por la cabeza y lo abandonan por la mano y el pie opuestos a aquellos por los cuales ingresan las energías de la tierra.»

La radiestesia no se una herramienta de trabajo que esté todavía hoy en día reconocida a nivel científico. En este sentido también podríamos pensar que, por ejemplo, durante muchos años los médicos operaron sin desinfectar sus manos ni sus utensilios, y que entonces no parecía necesario porque todavía no conocían ni eran capaces de ver los microbios ni las bacterias; podían ver sus horribles efectos en las infecciones y complicaciones constantes de los pacientes, pero ni tanto sólo pensaban que se trataba de los efectos de unos ser vivos microscópicos. Muchos años después se creó un aparato, el microscopio, que les permitió ver cosas invisibles a simple vista. Pues bien, hoy en día nos encontramos en el mismo punto con la Geobiologia y la Radiestesia, ya que son evidentes los efectos nocivos que provoca sobre nuestra salud la exposición continuada a ciertos puntos o zonas geopáticas, pero no disponemos todavía del ‘microscopio’ definitivo que nos muestre estas radiaciones u ondas nocivas de forma evidente. De momento sólo podemos avanzar mediante el uso de la Radiestesia, una ‘ciencia’ que se usa desde hace muchos años en diferentes campos como la medicina, la agricultura, la apicultura, la localización de agua subterránea para la excavación de pozos, la arqueología, y otros muchos, incluyendo la Geobiologia.

Gracias a la Radiestesia podemos ‘notar’ todas estas energías telúricas que nos envuelven con la ayuda de la parte ‘intuitiva’ de nuestro cerebro, y podemos ser ‘conscientes’ de ellas. De hecho la parte intuitiva de nuestro cerebro nota todas estas energías desde el día en que nacemos, pero no somos conscientes de esta sensación, no le hemos dado ningún interés.

Seguramente alguna vez habréis dormido en algún lugar cercano a una vía de tren o a un aeropuerto, y probablemente habréis notado que a la cabo de un par de días ya no escucháis el paso de los trenes o de los aviones; lo que realmente hemos conseguir es ‘apagar’ la parte del cerebro que nos hacía conscientes de esta información, por que no queríamos ser consciente de ella, nos molestaba, o no nos era necesaria.

Con la ayuda de la Radiestesia podemos hacer visibles las reacciones de nuestra ‘parte intuitiva’ ante las diferentes acciones que provocan las energías y vibraciones de nuestro entorno.

Podemos localizar y cuantificar el nivel vibracional o energético de cada punto para determinar si puede ser o no perjudicial para nuestra salud.

Recordemos que el índice vibracional óptimo de una persona sana está entre 6.500 y 8.000 Angstroms (Å), por lo que debemos evitar todas aquellas zonas donde los valores estén fuera de este rango.

En el mundo de la Geobiologia, el nivel de vibración o energético de un punto se mide en Unidades Bovis (u.B), que son totalmente equivalentes a los Angstroms (Å).