Dólmenes


El dolmen es una construcción megalítica formada por unas losas de piedra colocadas verticalmente, soportando una gran losa horizontal, como un tipo de tapa.


El periodo de construcción de los dólmenes parece que se extiende desde el 4.000 al 1.500 a.C. Las formas son muy variadas, cuadrados, circulares o trapezoidales, e incluso con un tipo de camino cubierto que conduce al dolmen denominado ‘de cámara’.



Existen dólmenes positivos y negativos.


Los dólmenes positivos: Construidos con los mismos aspectos positivos que los menhires, y a menudo sobre puntos de cruce de corrientes telúricas, normalmente sobre fallas o cavidades. Pueden estar, al igual que los menhires, alineados de la misma forma en ‘caminos’.

Su emplazamiento coincide siempre, además de con una falla o cavidad, con el de una Chimenea Cosmotelúrica de diámetro superior al propio dolmen.

La losa horizontal recoge la energía procedente del cosmos y las piedras verticales las de la Tierra, creándose en su interior una alta concentración vibratoria y energética.

Al igual que los menhires, los dólmenes desplazan las redes Harmann y Curry a una distancia considerable, de decenas de metros. 

Algunos opinan que se podrían tratar de un tipo de tumbas, pero quienes rehúsan esta teoría dicen que, por ejemplo, también encontramos tumbas en algunas iglesias y no por eso las consideramos zonas funerarias o cementerios.

Para beneficiarse de los efectos energéticos de un dolmen positivo hay que sentarse a su centro durante unos 15 minutos.


Los dólmenes negativos: Estos son más numerosos y se encuentran situados sobre cruces telúricos muy negativos a nivel vibratorio.

Por su naturaleza negativa, estos sí que suelen coincidir con tumbas y se vinculan a puntos de adoración. Encontrarse con dolmen negativo es una manera de entrar en contacto con la muerte.