Agua subterránea


Las corrientes de agua, especialmente las subterráneas, tanto naturales como artificiales son, posiblemente, la principal fuente de nocividad dentro de las consideradas energías telúricas.


Tenemos que ser conscientes de los graves problemas de salud que puede suponer el hecho de vivir sobre la vertical de corrientes de agua subterránea. El problema del agua subterránea no está en el propio agua, sino que tiene que ver con la electricidad y el electromagnetismo natural de la Tierra. Este campo magnético terrestre, que tiene fuerza como para orientar una aguja de metal, también tiene fuerza como para influir sobre la biología del cuerpo.

Todas las células del cuerpo tienen polarización (tienen su norte y sur) y utilizan este magnetismo natural de la Tierra como referencia para su equilibrio.

Un terreno o suelo, que seco podría ser aislante de la corriente eléctrica, se convierte con el agua en un suelo conductor de esta corriente. La tierra seca es aislante; si a un terreno le añadimos agua lo convertimos en conductor, y si además le añadimos sal, será todavía más conductor. Por lo tanto, allí donde se encuentra el agua subterránea es donde seguramente circulará preferentemente la electricidad, tanto la natural del electromagnetismo de la Tierra, como la artificial. Si hay, por ejemplo, una línea de alta tensión cercana, la ‘pérdida’ de esta línea circulará preferentemente por donde haya agua subterránea.

Esta conducción de electricidad genera unos campos magnéticos en su entorno (siempre que hay una corriente eléctrica se genera un campo electromagnético a su alrededor), y se produce una radiación en vertical, y es, por tanto, en la vertical de las corrientes de agua subterránea, donde se produce una acumulación de ciertas radiaciones (especialmente gamma) y una alteración de la electricidad atmosférica.

La fricción del agua en movimiento de las corrientes subterráneas contra las superficies que la limitan produce corrientes eléctricas que se desplazan en el mismo sentido que ella y que generan así un campo magnético. Físicamente el agua es poco permeable al magnetismo, lo que supone una mayor concentración de líneas de campo magnético terrestre en sus bordes.

He podido constatar que existen valores más altos de radiación gamma en la vertical de las corrientes de agua subterránea que en cualquier zona ‘neutra’ del entorno, siendo por tanto estos lugares especialmente nocivos para nuestra salud, ya que la radiación gamma es ionizante y, por tanto, capaz de romper los enlaces naturales de las moléculas, y de reducir el número de glóbulos blancos de la sangre, facilitando cualquier infección sobre los organismos. Además es sabido que cuando los neutrones de un átomo de cualquier elemento chocan con las moléculas de agua, se frenan y suelen producir este tipo de radiación ionizante.

Dormir, por ejemplo, en la vertical de una corriente de agua perturba la regeneración celular y no permite que la glándula pineal pueda segregar melatonina (hormona activa para la reparación celular). Los síntomas suelen ser dolores de cabeza, dolores articulares, disfunciones orgánicas, depresión y a largo plazo puede llegar a derivar en enfermedades neurodegenerativas, leucemia, tumores, cáncer, etc.

Si se combinan varios factores geopatógens, como líneas Hartmann y/o Curry con corrientes de agua subterráneas, el efecto nocivo de la zona es mucho mayor.

El concepto ‘casa cáncer’ fue inicialmente definido por las investigaciones del aristócrata alemán Von Pohl, que realizó un estudio científico de las radiaciones procedentes del subsuelo y el riesgo de contraer cáncer. Su conclusión fue que las radiaciones telúricas son un factor que puede inducir enfermedades degenerativas a las personas que viven en la vertical de la anomalía geofísica. Su investigación se realizó en la población bávara de Vilsbiburg, de 3.300 habitantes. Como experto radiestesista realizó un estudio del subsuelo y reflejó en un plano a escala las corrientes de agua subterránea de la ciudad. Por otro lado, de manera independiente, el Dr. Bernhuber, médico del municipio, situó en otro plano las casas donde se habían dado casos de cáncer en los últimos años, según los certificados de defunción existentes.


La comparación de los dos planos fue relevante; el estudio de Gustav Von Pohl muestra unos resultados estadísticos concluyentes; prácticamente todos los casos de cáncer ocurridos en Vilsbiburg se situaban sobre la vertical de corrientes de agua subterránea. De esta investigación se levantó acta notarial y su tesis fue publicada por el Comité Central para la Investigación del Cáncer de Berlín.

Otra investigación realizada con la colaboración del Doctor Hager, presidente de la Asociación Científica de Médicos de Stettin (Polonia), estudió más de 5.000 casos de cáncer, observando que en sólo 5 casas se habían producido 190 casos de cáncer en 21 años, todas ellas situadas en la vertical de una corriente de agua subterránea.

Posteriormente, en Francia, el Doctor Picard confirmó las investigaciones de Von Pohl y obtuvo similares resultados en su investigación en la localidad francesa de Moulins, después de estudiar 282 muertes por cáncer. 

Aunque el agua es fuente de vida, la presencia de agua subterránea suele tener siempre un efecto desvitalitzador para los seres vivos situados en la superficie de estos terrenos. El efecto nocivo es todavía más pronunciado si este agua pasa rápidamente y si sigue una falla o grieta del suelo.