Ionización del aire


La proporción de oxígeno de la atmósfera es la misma tanto a la ciudad como al campo; pero ¿qué es lo que hace diferente, más respirable y más ‘puro’ el aire del campo?... Se trata de los iones negativos. Son estos iones negativos que hay al aire, junto con el oxígeno, los que revitalizan.

El exceso de iones positivos en nuestro entorno vuelve el aire irrespirable (ya que las moléculas positivas de oxígeno no pueden ser absorbidas al llegar a los pulmones por el hierro de la hemoglobina, que también es positivo), y es el responsable de la desvitalitzación, sensación de fatiga, afecciones respiratorias propias de las grandes ciudades, etc...

Exponiendo una persona 20 minutos en una fuerte ionización positiva, su capacidad respiratoria se reduce en un 30%. La misma persona vuelve a la normalidad después de una exposición de 10 minutos a un ambiente de fuerte ionización negativa.

Las montañas se caracterizan, entre otras cosas, por su buena ionización negativa; es por eso que a menudo resulta menos fatigoso escalar una sierra que las escaleras de nuestra casa.



Los iones negativos nos vitalizan y los iones positivos nos desvitalizan (nos dan sensación de ahogo y de aire irrespirable, independientemente del oxígeno que éste contenga).

Existe una cierta electricidad contenida en el aire que respiramos. Esta electricidad está formada por partículas llamadas iones, de las cuales hay positivas y negativas. Se trata de átomos y moléculas compensados o no compensados.

Cuando el aire tiene una carga excesiva de iones positivos adquiere efectos perturbadores que afectan a la salud y al estado anímico de las personas. Por el contrario, cuando la carga es de iones negativos se favorece el relax, el equilibrio y el funcionamiento armónico de todos los sistemas.

La ‘carga eléctrica’ de esas pequeñas partículas presentes en el aire puede producir dolores de cabeza, depresión, irritabilidad, letargo, insomnio, migraña, malestar general y una amplia gama de enfermedades respiratorias como asma, bronquitis, catarros, ...

El equilibrio de la carga eléctrica del aire puede perderse por fenómenos atmosféricos naturales y/o por los efectos del uso de aparatos eléctricos. Así, por ejemplo, la proximidad de un vendaval o de una tormenta, el aire viciado de las ciudades, los aparatos de aire acondicionado, los calefactores, el polvo, las fibras sintéticas, los aparatos eléctricos, etc., destruyen los iones negativos y hacen aumentar el número de los positivos, lo que provocan que la atmósfera sea asfixiante en muchas casas y oficinas. Cuando la luna está más próxima a la Tierra (Luna llena) también se incrementa la cantidad de iones positivos de la atmósfera.

En cambio, la presencia de iones negativos en el aire despeja la mente, levanta el ánimo y produce una sensación de alivio y bienestar tanto físico como psicológico. Pero, ¿cómo se puede conseguir esa carga negativa?... La naturaleza genera iones por medio de los rayos cósmicos (radiación solar y estelar), rayos ultravioleta, gases radioactivos, sustancias radioactivas en el suelo, tormentas (relámpagos), cataratas y cascadas, las olas del mar, corrientes de agua, ciertos árboles y plantas como los pinos y los helechos, la fricción producida por el flujo del aire, vientos cargados de polvo o arena,...




La influencia de los vientos: La presencia de determinados vientos provoca descompensación en las cargas eléctricas del aire. Son conocidos como los ‘vientos de las brujas’. Influyen sobre la salud de las personas, estando comprobado que una de cada cuatro se ve fuertemente afectada. Algunos de los más conocidos son el Foehn (en los Alpes, afectando a Suiza y el sur de Alemania), el Mistral (en la Costa Azul), el Chinook (en las Montañas Rocosas, al oeste de Estados Unidos y Canadá), el Santa Ana (en el sur de California), el Sharav (en Oriente medio), el Sirocco (en Italia)…..

Hay personas tan sensibles a ellos que pueden percibir cuándo se van a producir; algunos ‘sienten en sus huesos’ que va a llover, otros lo perciben con dolores de cabeza, con irritabilidad o con estrés. 

En las horas o días precedentes a una tormenta eléctrica, el aire está cargado con exceso de iones positivos y eso afecta a los animales (que se muestran inquietos), a los insectos (que se vuelven más agresivos), etc. Una vez pasada la tormenta el aire queda fresco, limpio, vigorizante y conteniendo una carga extra de iones negativos que produce tranquilidad, alivio de tensiones y aumento de la energía en los seres vivos.